Los minifundios históricos de naranjas El Bressol Bio son pequeñas parcelas de explotación familiar que no superan en muchos casos la hectárea de superficie; una estructura minifundista constante desde los inicios del cultivo de la naranja en la comarca en 1781
Lejos de ser una desventaja, los minifundios han permitido una atención personalizada a cada árbol, manteniendo técnicas tradicionales que se basan en el conocimiento íntimo del terreno y del ciclo de vida de los naranjos.
Nuestros campos no solo producen cítricos, también mantienen vivo un paisaje único donde cada elemento
tiene su función en un ecosistema centenario.
Los sistemas de riego por acequias, heredado de la cultura árabe, nos ha legado infraestructuras únicas para extraer el agua por gravedad del rio Xúquer.
El azud de Carcaixent (L’Assut) es una construcción hidráulica del siglo XVII que sigue plenamente en funcionamiento.
Con la proliferación de los naranjos en el siglo XIX se excavaron pozos para extraer agua mediante las norias, movidas en primero momento por tracción animal, posteriormente con máquinas de vapor y finalmente con electricidad.
Las casas de campo, muchas de ellas con siglos de historia, merecen una atención especial porque dibujan un paisaje asociado al huerto-jardín, un concepto de producción agraria que únicamente podrás encontrar en nuestra comarca.
Casas rodeadas de naranjos que conservan palmeras datileras y ejemplares de árboles de gran porte, algunos de ellos centenarios.
Este paisaje forma parte del patrimonio emocional de muchas generaciones que han cultivado cítricos en la comarca.
Nuestros campos mantienen caminos con antiguas paredes de mampostería, tradicionales balsas de riego y sendas que dibujan un mapa singular de pequeñas parcelas.
Mantener estas infraestructuras y el paisaje es también parte de nuestro compromiso con el medio ambiente y la tradición.
Cuando consumas nuestros productos El Bressol Bio estás ayudando a que ese patrimonio perdure.